Mensajes para Marcos Tadeu Teixeira en Jacareí SP, Brasil
domingo, 13 de diciembre de 2020
Mensaje de Nuestra Señora Reina y Mensajera de la Paz y de Santa Lucía de Siracusa
Sed Luz para Este Mundo Envuelto en Tinieblas

Mensaje de Nuestra Señora Reina y Mensajera de la Paz
«Queridos hijos, hoy os llamo de nuevo a la conversión.
Huid de las ocasiones de pecado y procurad también encender en vuestros corazones la verdadera llama del amor a mi hijo Jesús y a mí, que es fruto de un corazón recto y temeroso de Dios.
El temor de Dios hace surgir la llama del amor en vuestros corazones. Quien teme a Dios le respeta y el respeto produce amor. Por eso, queridos hijos, pedid cada día el santo temor de Dios y tratad de cultivarlo en vuestros corazones, para que la llama del verdadero amor y respeto al Señor y a mí crezca cada día más en vuestros corazones, conduciéndoos a la verdadera fidelidad a Dios y a mí.
Rezad el Rosario todos los días y sed mis rosas místicas de oración, sacrificio y penitencia.
Estoy cerca de vosotros en todos vuestros sufrimientos y nunca os abandono.
Rezad el Rosario de la Paz para que vuestros corazones se liberen de todas las perturbaciones de Satanás y gocen por fin de la paz divina.
Aquí, donde soy perfecta y totalmente amada por mi hijito Marcos, en la persona, en el trabajo, en toda la vida de este hijo mío amado, dedicado y donado a mí, manifiesto cada vez más mi poder de madre, reina de todas las gracias, y todos los que aquí sean dóciles a la palabra de mi hijo Marcos serán bendecidos por mí, pues quien me escuche, quien me desprecie y, por tanto, quien se acerque a mí y sea dócil a la palabra y al consejo de mi hijo, recibirá de mí la gracia de mi llama de amor y mi bendición maternal en su corazón que le conducirá por el camino seguro de la santa voluntad de Dios y de la salvación.
Os bendigo a todos con amor: desde Lourdes, Pontmain y Jacareí».
Mensaje de Santa Lucía de Siracusa
«Queridos hermanos míos, yo, Luzia, Lucía, me alegro de venir hoy, día de mi fiesta, a bendeciros. Os bendigo a todos generosamente ahora y especialmente a ti, Marcos, el más ardiente de mis devotos y también a ti, mi hijo espiritual Carlos Tadeo, a quien tanto amo y nunca, nunca abandono.
(nota: En este momento, mientras Santa Lucía bendecía, hubo una pausa en el mensaje).
«Luz, sed luz para el mundo viviendo continuamente en oración, buscando cada día vuestra santidad y la perfecta unión de vuestras almas con Dios.
«Luz, sed luz para el mundo viviendo en la gracia de Dios, porque vuestros cuerpos, sois templos del Espíritu Santo, así que huid de toda ocasión de pecado y buscad vivir continuamente en la gracia de Dios.
El cuerpo sólo peca, sólo se mancha si el alma lo consiente. Cuando el cuerpo se mancha es porque el alma ha consentido. Por eso, hermanos míos, mantened vuestras almas siempre firmes en la oración, siempre firmes en el trabajo con la Madre de Dios, porque el alma ociosa será tentada mil veces al día a caer en el pecado.
Mantened vuestras almas siempre ocupadas en servir a Dios y a la Madre de Dios, como hago yo, y las ocasiones de pecado se apartarán de vosotros, y el enemigo infernal no podrá seduciros ni atraeros al pecado.
Luz, sé luz para el mundo, dando con tu vida, con tu palabra y con tu corazón el ejemplo luminoso del amor a Dios, del amor a la Madre de Dios rezando el Rosario todos los días y, sobre todo, ayudando a todos tus hermanos y hermanas a caminar por la senda de la santidad.
Yo, Luzia, os amo a todos y en vuestros sufrimientos estoy cerca de vosotros. Venid a mí y os consolaré.
Ahora debéis ser verdaderamente fuertes en la fe, fuertes y firmes en la oración, constantes en la conversión, para que podáis superar verdaderamente la gran prueba que se avecina y así ser coronados como vencedores por Jesús y María en el Cielo.
Querido hermano Marcos, eres el más ardiente de mis devotos. ¡Cómo te amo! Nunca te abandonaré. En tus sufrimientos y tribulaciones ven a mí y siempre te consolaré. Tengo tantas gracias que darte.
¡Ven, pídemelo y te lo daré todo! A ti no te negaré nada.
Y te bendigo también a ti, mi amado hermano Carlos Tadeu. Sabed que la noche en que estuve preso, en la víspera de mi muerte, la Madre de Dios junto con su divino hijo me dieron diferentes visiones de su futuro celo y amor por ellos y también de su amor por mí. Innumerables veces les vi rezando por mí y diciendo que me amaban. Esto me dio fuerzas para afrontar el martirio a la mañana siguiente, porque sabía que mi sacrificio no sería en vano, sería aprovechado, sería de gran beneficio para muchas almas en el futuro. Sí, vuestro amor me dio ánimo, valor, dio fuerza a mi humanidad para soportar la tremenda prueba que tendría que pasar. Haz lo mismo con tu hijo Marcos. Tu amor le curará y le dará valor para afrontar la dura prueba, el duro sufrimiento que está pasando ahora, la enfermedad, el dolor y, así, tendrá fuerzas para seguir adelante.
Un «Te quiero, hijo» tuyo, hará más por él que cien Avemarías, porque la Madre de Dios te ha dado el poder de un padre sobre él y tu palabra, tu bendición y tu amor, tienen el poder de curarle. ¡Cúralo! Cúrale con tu amor, con tu palabra, con tu bendición y, así, tendrá fuerzas para llevar la cruz del sacrificio que debe hacer por tantas almas necesitadas y que sin su dolor y sufrimiento estarán perdidas sin remedio.
Sí, es una pequeña víctima, víctima del amor divino, que se sumerge, que se sacrifica cada día, cada noche por tantas y tantas almas que pueblan y poblarán el cielo como estrellas brillantes en torno a Jesús y María. Pero para que su humanidad no sucumba, la Madre de Dios te eligió y yo también te elegí para que seas para él fuerza, aliento, apoyo, ¡el Cirineo!
Así que háblale de tu amor, bendícele y con tu palabra anímale, porque tu palabra tiene el poder de curarle, tu amor tiene el poder de curarle. Así que abrázale y haz con él lo que hiciste conmigo la noche antes de mi muerte: ¡anímale y fortalece su humanidad! Esta es tu sublime misión y sé también con él, eco de la voz de la Madre de Dios al mundo entero, para que todos puedan ver la luz, venir a la luz y ser salvados por la luz.
¡Siempre estaré con vosotros y nunca os abandonaré!
Sabed que en el momento en que mi alma ascendió al Cielo y llegó al trono de la Santísima Trinidad, ésta me concedió pedir cualquier cosa, y yo pedí gracia, bendición y paz para vosotros durante todos los días de vuestra vida y pedí a la Santísima Trinidad que me concediera la gracia de ser vuestra doncella, vuestra tutora, vuestra protectora y abogada.
La Santísima Trinidad me lo ha concedido todo, así que cualquier cosa que necesites, pídemela y yo te la alcanzaré.
Te quiero mucho y tengo muchas bendiciones para ti. El 13 de febrero, el 13 de mayo, el 13 de agosto y el 13 de octubre, ¡también recibirás 1000 bendiciones especiales de mi parte!
Os abrazo ahora con todo mi amor y os digo, os dejo y doy mi paz a vuestro corazón.
Os bendigo a todos y también a vosotros, mi querido hermano Fray Geraldo, Leandro, vosotros que me sois tan queridos, os bendigo ahora con todo mi amor, bendigo a vuestros hermanos de vida religiosa y a todos los que estáis aquí también, os bendigo con gran amor: desde Siracusa, desde Catania y desde Jacareí».
María Santísima después de tocar los objetos religiosos:
«Como ya he dicho, allí donde llegue uno de estos rosarios estaré viva llevando conmigo las grandes gracias del Señor.
Os bendigo a todos de nuevo con mi hija Luzia para que seáis felices y tengáis paz, y os abrazo a todos con amor».
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