Mensajes para Marcos Tadeu Teixeira en Jacareí SP, Brasil
domingo, 5 de agosto de 2018
Mensaje de Nuestra Señora

Queridos hijos, hoy, día en que celebráis aquí el cumpleaños de la Madre del Cielo, mi cumpleaños, vengo como la Mujer vestida con el Oro de Ufir: el Oro del Amor de Dios, el Oro de Su Gracia, de Su Amor, de Su Misericordia.
Bella y Hermosa como la Luna, brillante como el Sol y terrible como un ejército en orden de batalla, para deciros a todos vosotros:
Soy el signo seguro de la Victoria de Dios, que nació para traer al mundo al Redentor, al Salvador, y con Él la Redención, la Salvación de todo el género humano, y para establecer en la Tierra el Reino del Amor, de la Paz, de la Santidad que transformará, por fin, el Fin de los Tiempos en el Jardín de la Gracia, de la Belleza, de la Santidad y del Amor que será el reflejo perfecto del Cielo, donde todos existirán y vivirán sólo para dar mayor honor, gloria, alabanza y adoración a la Santísima Trinidad.
Yo soy el signo seguro de la Victoria del Señor, que nació para ser la Aurora de la Salvación y para llevar al mundo entero el anuncio de la Redención, de la nueva vida en Cristo, donde toda criatura podrá encontrar por fin su salvación, la alegría perfecta, la felicidad sin fin y la Vida Eterna que nunca acabará y en Cristo encontrará por fin la verdadera vida en el Padre para Gloria del Padre.
Yo soy la terrible Señal que nació, la terrible Señal contra el Infierno de que su derrota, de que su destrucción ya está cerca y es inminente.
Sí, mi Hijo Jesús en la Cruz proscribió todo el infierno, Satanás y el mal ya no tienen la última palabra sobre el ser humano ni sobre el universo, sobre la historia y los hechos.
Y mi Hijo, que verdaderamente rompió el poder del Infierno, lo destruirá finalmente en el glorioso triunfo de Nuestros Corazones Unidos que pronto tendrá lugar. Por eso Yo soy la Señal terrible contra Satanás. Y todos Mis hijos que luchan Conmigo y por Mí, marchan bajo mi Señal y llevan en sus almas y en sus corazones también mi Señal de Madre.
Mi Enemigo y los demonios reconocen a Mis hijos y a Mis siervos y no pueden soportar el Signo que Mis hijos llevan en sus almas: el Signo de los Predestinados, el Signo de los salvados, el Signo de la Salvación. Por eso la estrella del abismo con sus seguidores persigue a Mis hijos, les provoca muchas tribulaciones, pruebas y dolores para cansarles y desanimarles. De muchos, hasta quitarles la vida corporal física, fueron los mártires que a lo largo de la historia nunca les han faltado, pero sobre sus almas, sus espíritus la estrella del abismo no tiene poder, porque donde Yo imprimo mi Señal y donde hay verdadero Amor hacia Mí, verdadera Obediencia, verdadera Fe en mi Poder como Madre y Reina del Universo. Donde hay verdadera sumisión a Mí, allí mi Signo Madre reina, triunfa y vence siempre a las fuerzas del mal.
Ahora la guerra entre Yo, la Estrella del Cielo y la estrella del abismo será cada vez más dura, y la batalla final se acerca. De las espadas de los Ángeles y de los demonios saldrá fuego que se desatará en un combate decisivo. El premio: las almas.
Yo, junto con San Miguel, los Santos y los Ángeles investiré contra el Gran Dragón: la estrella del abismo y de un solo golpe lo golpearé mortalmente. Entonces será encadenado por mí y San Miguel Arcángel lo arrojará al abismo de las tinieblas Infernales, donde quedará encadenado y donde ya no podrá salir para hacer daño a Mis hijos. Entonces verán el Nuevo Cielo, la Nueva Tierra que ocupará el lugar de este viejo Cielo y esta vieja Tierra. Todo mal, toda maldad, toda injusticia y todo pecado desaparecerán como la niebla que cae sobre la luz del sol. Y como quien se despierta de un sueño, de una pesadilla veréis, hijos míos, desaparecer este viejo mundo con todos sus males y maldades. ¡Y veréis ante vosotros el Nuevo Mundo del Amor, la Felicidad y la Paz!
Pero debéis perseverar, debéis luchar. Ahora es necesario mostrar y mantener la Fe en los últimos combates que se avecinan. Satanás hará que muchos abandonen el servicio del Señor y muchos caerán. Para que no sean del número de esos desgraciados, que se dejarán llevar por los engañados cultivad en vuestros corazones una sólida confianza en Mí, un sólido Amor a mi Rosario, un sólido Amor a mis mensajes meditándolos y alimentando con ellos vuestras almas cada día. Velando y orando siempre, viviendo una vida de verdadera oración, intimidad y unión conmigo. Muriendo a vuestra propia voluntad, a vosotros mismos y a la voluntad de vosotros. Para que siempre en todo momento se cumpla el Plan de Dios y no tu Plan. Así, permanecerás firme en mi Amor y entonces mi Corazón podrá mantenerte en el redil, en el refugio seguro de mi Amor donde el enemigo no podrá entrar y no podrá arrebatarte de mí. Empuñad las armas de mis soldados, las armas de la oración, del Amor, de la Fe, de la caridad, de la vigilancia. Y, sobre todo, la voluntad de hierro, el valor inquebrantable y el coraje heroico para resistir de verdad, para luchar contra el mal. Para conquistar y liberar a las almas de Mis hijos de las prisiones sin muros de Satanás y conducirlos a todos al refugio de Mi Corazón Inmaculado.
Ahora no es el momento de pensar en los placeres mundanos, en la diversión y en lo que deseas. Quien puso su mano en el arado no mira atrás, quien dejó Sodoma no la mira como la mujer de Lot ni perece como ella. Quien puso su mano en el arado mira sólo a lo Alto, mírame sólo a mí, mira sólo a mi Hijo. Y no dejéis de arar la Tierra y de sembrar las semillas del Amor, de la Fe, de la Conversión, haciendo los Grupos de Oración y los Cenáculos que os pedí por todas partes.
¡Es hora de luchar mis valientes guerreros! Incluso, sacudidos, incluso golpeados por los golpes que Satanás os asesta cada día. ¡Marchad! ¡Yo Soy la Fuerza de vosotros! ¡Yo Soy la Luz! Y Yo Soy, Yo mismo, Yo Soy y seré vuestra Herencia y vuestro Premio. ¡Adelante! ¡Nunca retrocedas! ¡Siempre Adelante! ¡Siempre adelante! Siempre intentando coger las piedras, las gravas, también las raíces de los árboles, los viejos troncos. Prepara la Tierra, siembra la Buena Semilla para que la Vid del Señor pueda crecer, dar mucho Fruto. Porque Él es la puerta y ese Señor que exige uvas incluso de donde no ha sembrado e incluso de la tierra que no ha comprado. No os perdonará si no habéis dado el Fruto de Santidad que Él espera de cada uno de vosotros.
Sembrad, hijos míos, y plantad, aunque derraméis lágrimas, pues los que plantan con lágrimas cosecharán con alegría.
¡Adelante! Ahora debéis multiplicar los Cenáculos, debéis hacerlos también los días 22 y 27 de cada mes. Yo estaré con vosotros, hijos míos, en estos Cenáculos y tocaré vuestros corazones. Sólo debéis rezar, sólo debéis mostrar mis mensajes transformados en estos maravillosos vídeos que mi hijo Marcos y también mis hijos predilectos que le ayudan hacen para mí, el resto está conmigo.
¡Adelante! Difunde Mis mensajes transformados en estos maravillosos videos. Toda mi Esperanza esta en estos videos mensajes.
Más de lo que mi hijo Marcos no puede hacer y yo tampoco lo espero. Es mi última embestida, es mi última ofensiva para salvar las almas de Mis hijos.
¡No os rindáis! ¡No os rindáis! Porque verdaderamente a través de estos Mis mensajes haré que mi Corazón Inmaculado triunfe en muchos de Mis hijos que están espiritualmente muertos y haré que revivan y se conviertan en nuevas criaturas en el Señor.
A todos vosotros que me amáis, que lucháis y trabajáis por Mí. A mi hijito Marcos, mi siervo más obediente, que nunca traicionó las Promesas que hizo la noche en que bajé del Cielo, más rápido de lo pensado, para ayudarle, para salvarle, para liberarle de aquella gran desesperación en la que se encontraba.
Sí, estaba allí, bajo la lluvia, junto a ti, hijo mío, y antes de que terminaras aquella oración, fui hasta tu madre, la curé por ti.
Sí. Cómo resistir a un niño tan pequeño, tan endeble, tan débil todo empapado por la lluvia, llorando y pidiéndome con las manitas extendidas, mirando al cielo, suplicándome ayuda. ¡Ah! Mi Corazón en ese momento se derritió por ti.
¡Sí! Mi Corazón se derritió y ardiendo en Llamas de Amor por ti quité inmediatamente esa cruz de tus hombros. Transformé tus lágrimas en sonrisas de alegría y la Gracia que te di fue tan poderosa que nunca volvió a haceros sufrir a ti y a tu madre. Aquel día te mostré todo mi Amor. Te demostré que Yo soy el Amor. El Amor que nunca pasa, el Amor que nunca te abandonará. Así que no temas nada, nunca. Yo estoy contigo. Cuanto más sufras, más te amaré. Amo a las almas que aceptan el sufrimiento para salvar a las demás almas. Amo a los que sufren por la conversión de los pecadores. Amo mucho a los que sufren por la salvación de los hermanos. Y amo mucho a los que sufren con tanto Amor, con tanto afecto por el Padre mismo que se me ha dado. No puedo resistirme a su amor. Por eso, cuando por la noche sientes dolores en la cabeza, estoy ahí muy cerca de ti para ayudarte a sufrir y a morir cada día un poco místicamente. Para que muchas almas vivan, puedo revivir la Verdadera Vida en Dios. Y así como estuve con mi Hijo en la Cruz hasta el final, también estoy ahí contigo, aunque no me veas, aunque no me escuches. Estoy ahí para ayudarte a sufrir y para ofrecer tu sacrificio unido a Mis Dolores y Lágrimas al Padre por tantas almas de Mis hijos necesitadas. Allí, Hijo mío, me muestras el mayor amor. Allí me prestas el mayor servicio, la mayor obediencia, el mayor honor, la mayor gloria que puedo recibir de un hijo Mío. El Amor transformado en sufrimiento, la verdadera Rosa Roja Mística que sube al Cielo Conmigo y vuelve del Cielo en forma de abundante lluvia de Conversiones y Gracias sobre tantas almas necesitadas.
¡Sí, ahí eres Amor, ahí eres todo! ¡No temas! ¡Yo siempre estaré contigo! A ti y a mi querido y amadísimo hijo Carlos Tadeo que hoy me ha regalado una vez más el mayor elogio, el mayor acto de amor, de alabanza, de gratitud, de obediencia, de fidelidad, de afecto, de testimonio público, de amor hacia mí en su ciudad haciendo mi Fiesta.
A este amadísimo hijo mío que me sirve con tanto amor, con tanto afecto le bendigo y le digo:
Hijo mío, que sepas que en el momento de mi nacimiento, cuando estaba a punto de salir del seno de mi Madre Santa Ana, yo también recé por ti de una manera especial.
En una visión mística conocí tu alma, conocí en el futuro al siervo amoroso y entregado que serías para mí.
He conocido en parte los planes y designios del Señor sobre ti, cómo te unirías a un alma privilegiada mía, a un Ángel muy amado y querido por mí en el futuro para llevar a cabo los Planes de Amor del Señor.
Y para unirte a mí en el esfuerzo por establecer en el mundo Su Reino de Amor, Misericordia y Salvación. Y en ese momento, me arrodillé en el seno de mi Santísima Madre y con las manos sobre los hombros, mi mirada se dirigió al cielo y adoré al Señor en espíritu, verdad y vida.
Y viendo a la Santísima Trinidad, Sus Tres Adorables Personas, me postré en el vientre de mi Madre, y allí le supliqué Gracia, Misericordia y favor del Altísimo. Diciéndole:
«Señor, si he encontrado Gracia a tus ojos, si he encontrado Misericordia y Favor en medio de ti, concede a este siervo mío que me darás en el futuro y que sirva para tus Planes de Salvación de la humanidad.
Concédele todo el bien y toda la gracia y todo el favor de Tu Más Poderoso Maestro.
Por ello te ofrezco mi nada, el pueblo y la ceniza que soy, te ofrezco estas Lágrimas que Aquí en el vientre de mi Madre ya empiezo a derramar por Ti. Y si por casualidad poseo algún mérito, Te lo ofrezco todo por este siervo mío, para que Tú le enriquezcas con Tu Gracia, con los Favores de Tu Maestro.
Y que a lo largo de su vida, especialmente en el Día de mi Nacimiento, obtenga toda la Gracia y todo el Bien de Tu Gracia y de Tu Misericordia.
Y que sea siempre asistido por Tu Bondad y por los mil Ángeles que me has dado, para que ningún mal se le acerque y para que en todo tiempo y lugar goce de la Gracia y de la Misericordia y del Favor de Tu Bondad.
La Santísima Trinidad me lo ha concedido todo, incluso darte cada año en el día de mi Nacimiento, junto con tu hijo, una Gracia, un Favor Especial que puedes pedir, cualquier Favor. Y todo lo que esté de acuerdo con la Santísima Voluntad del Señor se cumplirá con certeza y prontitud.
Así que, hijo mío, pide, pide mucho. Porque deseo que el Señor te dé mucho y te favorezca mucho y mi deseo es verdaderamente ¡enriquecerte mucho, mucho!
Ensancha tu corazón con un acto de confianza, de fe, de entrega, de abandono total a mí, y entonces podré llenarte mucho, mucho y enriquecerte.
Ensancha, ensancha tu piel, ensancha tu vacío para que pueda derramar mucho, mucho en ti y a través de ti pueda seguir desbordando mi Gracia y los Favores de mi Amor por toda la Tierra.
¡Te amo, te amo mucho!
En el momento de mi Nacimiento, cuando ya estaba en los Brazos de mi Madre y los Ángeles me cantaban dulcemente, fui favorecida con una visión intelectual muy elevada.
Y en esta visión te vi a ti mi amado hijo y allí en los Brazos de mi Madre pedí al Señor que me permitiera arrodillarme de nuevo y rezar por ti implorando una nueva Gracia del Altísimo.
El Señor puso entonces un Ángel en los Brazos de mi Madre para que no se diera cuenta de lo que yo hacía.
Los Ángeles, los Santos Ángeles me colocaron en una nube de gran esplendor y postrada allí de nuevo, adoré a la Santísima Trinidad e hice otro acto impetrante en su favor.
Todo me fue concedido por la Santísima Trinidad y le prometí por mi parte: todos los jueves no tomaría la leche de mi Santísima Madre. Y así, ofrecer ese primer ayuno de mi vida por ti, por ti, para alcanzar las Gracias del Maestro, de la Misericordia y del Favor del Altísimo para ti.
En lugar de leche, el Señor me alimentó a través de los Ángeles con pan y agua. Un pan que mi Madre no podía ver y también agua que era invisible para ella.
Por eso ayuné por ti desde mi más tierna infancia.
Cada jueves ofrecía este ayuno por ti, para que todo bien y toda gracia te fueran concedidos.
Si Mamá, desde su más tierna infancia ha ayunado por ti. Si Mamá te ha amado tanto desde Sus días más tiernos y toda su vida no ha cesado de sacrificarse, rezar y sufrir por ti.
¿Qué puedes temer? ¿Qué daño puede prevalecer contra ti?
¡Confía en mi Amor! A su debido tiempo, Yo, tu Madre Pastora, tu Madre Agricultora, te haré saborear los frutos de las oraciones, los sacrificios, los esfuerzos, la obediencia y el servicio a mí, y este fruto lo saborearás agradablemente y para siempre.
Así que, hijito, nunca te desanimes. Mamá siempre te ha amado. Mamá ayunó por ti desde los primeros momentos de su vida. Y Mamá que nunca te abandonó, nunca dejó de amarte, nunca, nunca lo hará.
El Cielo pasará, la Tierra pasará, pero mi Amor por vosotros nunca, nunca pasará.
A ti y a todos mis amados hijos que han venido hoy a alabarme, a honrarme, a darme el calor de su Llama de Amor, el Amor de sus corazones.
Os bendigo generosamente ahora y derramo sobre vosotros todas las gracias eficaces de mi Llama de Amor, mi Bendición Especial y la Indulgencia Plenaria del Señor: de Fátima, de Nazaré y de Jacareí. »
(María Santísima después de tocar los Sacramentales): «Como ya he dicho, allí donde llegue uno de estos Rosarios, Imágenes, cuadros de mi Corazón Inmaculado, del Corazón de mi Hijo, y otros, allí estaré viva llevando todas las gracias del Señor.
Que mi hijo Marcos de Paula, Marcos Augusto, mis postulantes permanezcan aquí hasta el final, para ayudar a mi hijo Marcos en todo lo que necesite.
Mi Obra de Salvación aquí es muy grande y no hay trabajadores para esta Obra de Salvación.
Que vengan muchos jóvenes a dedicar, consagrar sus vidas con mi hijo Marcos Aquí en mi Obra de Salvación, para ayudarme a salvar tantas almas de mis hijos necesitados. Para establecer en el mundo el Triunfo, el Reino de Amor de mi Corazón Inmaculado y mostrar a toda la humanidad la Fuerza de mi Llama de Amor siendo Amor y viviendo en el Amor.
Que Mis hijos respondan «Sí» a mi Llamada y con sus vidas unidas a mi hijo Marcos, se conviertan en una sola y tan grande y poderosa Llama de Amor.
Que su brillo, su resplandor, su calor y su fuerza destruyan las fuerzas del Infierno, disipen las tinieblas del mal de la humanidad, aniquilen y neutralicen para siempre a Satanás y derriben las fuerzas de su imperio infernal.
A todos bendigo con Amor para que vuelvan a ser felices y a todos les doy mi Paz. »
(Marcos): «Diré que sí Mãezinha. Diré a todos en Ibitira que ahora también les bendices a ellos. A ellos, que acompañaron a mi Padre en el cenáculo, en la procesión de la Fiesta, les diré, les diré.
Les diré que la Señora también les quiere mucho, les diré.
Diré que son una porción preciosa de su Corazón Inmaculado.
Sí, les diré.
Hasta pronto. »
Orígenes:
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