Mensajes para Marcos Tadeu Teixeira en Jacareí SP, Brasil
domingo, 1 de noviembre de 2009
Día de Todos los Santos de Dios
Mensaje de Santa Veronica Giuliani

Marcos, soy VERONICA GIULIANI, sierva de Dios y de la Virgen María.
Mi alma siempre estuvo abrasada con el fuego más puro e intenso de amor por el Señor y Su Madre mientras aún vivía aquí en la tierra. Mi amor era tan intenso que me valió la gracia de recibir en mi cuerpo los estigmas de la pasión de nuestro Señor Jesucristo. Por la gracia de Dios, por la unión sobrenatural de Mi alma con Su Corazón, con Su voluntad y Su divina bendición, me convertí en otra Cristo, otra Cristo Crucificada. Me he convertido en una copia perfecta de la Señora de los Dolores con Su Corazón atravesado por flechas de dolor. En mi alma el fuego de amor puro y sobrenatural que me consumía era tal que no podía dejar de consumirme a cada momento en este horno de amor, sin dejar nunca de darme al Señor, ni consumirme como la cera al calor del fuego en el altar del Padre divino. Cuando el alma está llena, está poseída por un amor semejante al que yo tenía, tampoco sabe cómo vivir sino consumiéndose con deseos de amar al Señor aún más, y este deseo que la consume, la hace no encontrar descanso en nada más que fuera de su Amado. Por lo tanto, el alma que ama al Señor y a Su Madre con todo su corazón no encuentra descanso, ni alivio, ni alegría, ni satisfacción plena en nada más que en Ellos, en cualquier otro amor fuera de su amor. Por lo tanto, el alma que está consumida por el fuego del amor divino no tiene otro descanso que el Corazón de Jesús, sino Sus heridas, Su adorable Voluntad, sino el Inmaculado Corazón de María y el Corazón Más Amoroso de San José con Sus dolores.
El alma que ama así, no encuentra paz en ningún lugar sino en los brazos, en el regazo, de su amado Señor, nuestro Señor Jesucristo. El alma Lo busca, el alma Lo busca y para ella no hay obra que sea grande, dolorosa o ardua que la haga detenerse en la búsqueda de su Amado, en la búsqueda de su Señor, en el deseo de conocerlo, de encontrarlo, de abrazarlo, de unirse con Él para siempre con lazos hechos de fuego puro, fuego de amor puro. Y aunque el alma tenga que buscar hasta los confines de la tierra a su Señor, Lo busca, no descansa, y cuando Lo encuentra entonces el alma se regocija, el alma se regocija, el alma finalmente descansa en la paz de la posesión del Bien que tanto busca, del Bien Supremo tan anhelado por su corazón. Por esta razón el alma disfruta cuando se encuentra con su Amado, y otro amor ya no quiere, ni desea fuera de ese, sino ese, y en todo lo que hace imprime el sello muy distintivo de este amor, el sello indeleble de este amor, que no borra ni el tiempo, ni el dolor, ni el sufrimiento, ni siquiera los espíritus infernales, ni ninguna criatura, pues como dijo el Apóstol: "el amor es fuerte como la muerte. Sí, su fuerza es tal que cuando se imprime en un alma, nada puede detenerlo más, nada puede hacerlo detener, y en todo lo que hace imprime valor eterno, por lo tanto todo lo que el alma que ama el Bien Supremo, que ama al Señor con todo su corazón, en todo lo que hace, ve, siente, gusta el sello, la señal del verdadero amor. verdadero amor. amor que los santos, a quienes Nosotros, los bienaventurados, quisimos sobre todas las cosas, buscan sobre todas las cosas, y que renuncian a todo para poseerlo. amor divino, amor de Dios. amor eterno y sobrenatural. muy inconmensurable. (Nota: Santa Veronica hablaba como si estuviera pensando en voz alta o hablando consigo misma) muy incomparable que nada, ningún tesoro, amor o cosa en este mundo puede compararse con él, o superarlo en valor. Amor que si el alma lo posee lo tiene todo, nada le falta. Ha logrado el éxito, alcanzado la palma del triunfo, conquistado la corona de la felicidad suprema que el ser humano desea y busca, desafortunadamente, en este mundo de cosas fugaces, ilusorias, mentirosas y anticuadas.
¡Dichosa el alma que se abre a este amor, que acepta este amor dentro de sí y le da el trono de su corazón y vida, porque en esta alma el amor de Dios irá de triunfo en triunfo, de victoria en victoria, de obra en obra, de fruto en santidad y en esta alma el amor del Bien Supremo se complacerá, allí descansará, allí plantará su tienda y vivirá con él para siempre!
A todos ustedes, en este momento les bendigo y les digo: sigan esta escuela de santidad de la Madre de Dios. He seguido el camino del amor perfecto al que ella, San José, el Señor y nosotros, los Ángeles y Santos, los han guiado aquí durante todos estos meses, estos años! Sigan cada día en el desprecio de ustedes mismos, en el amor sublime por Dios y en el deseo de ser más y más conformes a la voluntad de Dios. Prometo imprimir en los corazones de todos aquellos que me lo pidan las heridas de nuestro Señor Jesucristo, es decir, un amor vivo por los sufrimientos del Señor, una verdadera compasión por los sufrimientos de Él y de la Señora de los Dolores, y una verdadera devoción a las heridas sagradas del Señor Jesús. y prometo conducir estas almas a una unión perfecta, ardiente y profunda de amor con nuestro Señor crucificado.
Les bendigo a todos ahora, aquí en esta Capilla, en este Lugar Sagrado que para Nosotros, los santos en el Cielo, es más querido, más precioso que todo lo demás del mundo, y en este momento les dejo la paz".
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