Mensajes a Edson Glauber en Itapiranga AM, Brasil
domingo, 29 de abril de 2012
Mensaje de Nuestra Señora Reina de la Paz a Edson Glauber

Hoy, la Santísima Madre vino con el Niño Jesús en sus brazos y acompañada por muchos Ángeles. Ella y Jesús estaban vestidos de blanco y el Niño Dios hizo la señal de la cruz sobre nosotros bendiciéndonos. La Virgen nos dio el siguiente mensaje:
¡Paz, mis amados hijos!
Hoy, vengo del cielo para decirles que sus oraciones son importantes y que deben hacerse por la paz.
Dios Nuestro Señor me envía en el Amazonas para invitar a la humanidad a la conversión. Recen el rosario, mis hijos. Recen el rosario por la paz del mundo. Los hombres no quieren arrepentirse de sus terribles pecados: pecados de adulterio, pecados impuros, pecados de aborto, y muchos otros pecados encima de otros pecados. ¡Conviértanse! ¡Conviértanse! ¡Conviértanse! Mi presencia, en medio de ustedes, es una señal del amor de Dios que quiere salvarlos de grandes calamidades.
Abran sus corazones a Dios y Él les concederá su perdón. Los bendigo a todos: en el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. ¡Amén!
La Virgen me hizo entender que su presencia es un gran regalo de Dios. Muchos no saben cómo valorar sus constantes manifestaciones en varios lugares del mundo, porque si entendieran muchos ya se habrían convertido y cambiado sus vidas, ya que sus manifestaciones más conocidas como Guadalupe, Lourdes o Fátima; esto comenzando con muchos sacerdotes, que piensan que lo saben todo, pero muchos no han entendido la importancia de los extraordinarios carismas hoy, de este aliento del Espíritu Santo en nuestros días, como el Señor nos muestra en su Palabra, porque todo lo que Nuestra Señora está cumpliendo, hoy, hace mucho fue profetizado por Dios:
Después de eso acontecerá que derramaré mi Espíritu sobre toda carne: vuestros hijos y vuestras hijas profetizarán; vuestros ancianos soñarán sueños, y vuestros jóvenes verán visiones. En aquellos días derramaré mi Espíritu también sobre siervos y siervas. (Joel 3:1-2)
Dios no concede un carisma extraordinario, en un lugar particular, en vano o solo por la curiosidad de la gente, sino que concede esta gracia porque desea comunicar algo importante para el bien de su pueblo. Si los sacerdotes primero abrieran sus corazones al Señor, no desperdiciarían tal gran gracia concedida por Dios, sino que aprovecharían al máximo para extraer de estos carismas, la gracia de la salvación para muchas almas.
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