lunes, 4 de noviembre de 1996

Mensaje de Nuestro Señor a Edson Glauber en Castanhal, PA, Brasil

¡Mi paz y la paz de Mi Santísima Madre estén con ustedes!

Queridos hijos, Yo soy su Salvador, que viene a ustedes junto con Mi Madre Celestial y toda la corte celestial para bendecirlos y derramar sobre ustedes y sus familias las llamas de amor de Mi Sagrado Corazón. Deseo bendecirlos a todos. Mis pequeños y mis amados hijos, oren, oren, oren y conviértanse. Me da tanta pena por aquellos que se están desviando por el camino de la perdición. Mi Sagrado Corazón sufre amargamente por Mis amados hijos que son sordos a Mis Llamadas Celestiales. Invito a Mis hijos a refugiarse en Mi Sagrado Corazón y en el Inmaculado Corazón de su Madre Celestial. Les he dado a ustedes a Mi Santísima Madre como su verdadera Madre. Ella es la Madre de toda la humanidad y como su Madre deben honrarla y respetarla, pero ante todo deben amarla. Deseo darles Mi Amor Santo y Puro, para que este amor inflame sus pequeños corazones y les enseñe a amar verdaderamente a Mi Santísima Madre. Paz, paz, paz! Oren, Mis queridos hijos, por la paz mundial. No quieran ser más que nadie. Todos son iguales para Mí.

Amo a todos. Todas las criaturas de todo el mundo Yo, el Salvador, creé y bendije. Soy Jesús, su Salvador. Recuerden, amados hijos, que estoy a su lado en cualquier necesidad. Los amo mucho y no quiero su condenación. No he venido a condenarlos, a reprenderlos, sino a concederles Mi amor y perdón. Vengan a Mí. Vengan a Mis brazos, y los guiaré a pastos, a campos verdes puros, y a ríos de agua cristalina.

Yo soy su Salvación. Si quieren paz, vengan a Mí y les daré paz. Si quieren amor, vengan a Mí, porque Yo soy el amor viviente. Si quieren luz vengan a Mí, porque Yo soy la Luz del mundo. Les doy Mi bendición, una bendición de paz y amor, y en este lugar dejo todo Mi amor, amor misericordioso, para todos ustedes, y para todos Mis hijos de todo el mundo. Oren, oren ahora porque los marcaré con Mi Signo, el Santo Signo de la Cruz. (*) Quien tenga este signo en su frente y lo mantenga profundo en su alma con profunda conversión y sinciente arrepentimiento no verá la condenación eterna, sino la Gloria del Paraíso. A todos les doy Mi bendición. Los bendigo a todos: en el nombre del Padre, el Hijo y el Espíritu Santo Amén. ¡Nos vemos pronto!

(*) Jesús nos marcó con una cruz luminosa en nuestras frentes. Esto no significa que ahora podamos tener el cielo para siempre y aquí en la tierra podamos hacer lo que queramos. No, no significa esto. Lo que Jesús ha hecho es concedernos una inmensa gracia para que tengamos la fuerza de vivir una vida santa de amor y conversión con nuestros hermanos y hermanas, observando los Mandamientos y escuchando las enseñanzas de la Iglesia, a través de la persona del Papa. Si ponemos todo esto en práctica, ahora este signo de la cruz que Jesús hizo en nosotros tendrá un valor inmenso y poderoso, porque cada vez que practicamos su voluntad, tendremos más fuerza y más gracias para santificarnos, para crecer en la fe, manteniéndonos definitivamente alejados de una vida de perdición y pecado.