Mensajes a Ana en Mellatz/Goettingen, Alemania
sábado, 8 de marzo de 2014
Cenáculo.
Nuestra Señora habla después del Cenáculo y de la Santa Misa Sacrificial Tridentina según Pío V en la Capilla de la Casa de la Gloria en Mellatz a través de su instrumento y de su hija Ana.

En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo Amén. El altar de la Virgen María estaba hoy bañado por una luz especial de destellos plateados y dorados. La Santísima Madre brillaba con gran esplendor. Su ramo de rosas, que recibió como regalo de un peregrino en este día, también brillaba con un resplandor resplandeciente. Cada una de las flores rosas, blancas, rojas y amarillas estaba adornada con una piedra preciosa. Los diamantes brillaban en la aureola de la Madre de Dios. El santo arcángel Miguel estaba bañado en luz brillante y blandía su espada en las cuatro direcciones, pero brillaban especialmente la Rosa Reina de Heroldsbach y la Rosa Mística. Los cuatro evangelistas estuvieron presentes durante la Santa Misa Sacrificial. El símbolo de la Trinidad y el tabernáculo con los ángeles del tabernáculo se inundaron repetidamente de luz resplandeciente. El Vía Crucis estaba brillantemente iluminado, al igual que la Piedad, el Jesús de la Misericordia y Cristo Resucitado.
La Madre Celestial, la Inmaculada, os hablará en este día del Cenáculo, pues se encuentra en la Sala de Pentecostés y pedirá al Espíritu Santo que descienda a vuestros corazones: Yo, vuestra Madre Celestial, os hablaré, Mi amado grupito y seguidores. Vosotros, Mis amados hijos, habéis entrado hoy en el Cenáculo y Yo hablaré a través de Mi amada, obediente y humilde hija Ana, que está completamente en la voluntad del Padre Celestial y hoy recibe las palabras de Mí, su Madre Celestial, la Inmaculada.
Mi amado pequeño rebaño, Mis amados seguidores, Mis amados peregrinos de cerca y de lejos y vosotros, Mis amados hijos de los sacerdotes, se me permitirá daros hoy algunas instrucciones como revelaciones del Padre Celestial.
Mis amados hijos de los sacerdotes, ¡despertad! Yo, vuestra Madre Celestial, os doy estas instrucciones sobre vuestro camino sacerdotal. Habéis hecho el juramento del antimodernismo, vosotros, Mis amados hijos de los sacerdotes, que ya habéis celebrado la Santa Misa Sacrificial según Pío V durante muchos años. Sabéis lo que significa celebrar la Fiesta Sacrificial Tridentina según Pío V. Y, sin embargo, habéis roto este juramento, el juramento del juramento antimodernista. Entonces os entregasteis al modernismo, aunque sabíais que no os estaba permitido hacerlo. Durante muchos años, esta Santa Misa del Sacrificio se vio inundada por el modernismo. ¿Ya no sabíais lo que hacíais?
Mis queridos hijos sacerdotes, os haré volver, os haré volver a la verdad. Orad hacia la verdad para que no sigáis sucumbiendo a este modernismo. Estáis en el mar embravecido. La nave de la iglesia ha empezado a tambalearse. La rugiente tormenta continúa y no prestáis atención a Mi Hijo Jesucristo, que quiere llevar esta pequeña barca al descanso a través de la Nueva Iglesia. No Le escucháis y no seguís Sus instrucciones. Las instrucciones del Padre Celestial residen en la verdad plena. La barquita de Pedro ha empezado a balancearse y Yo, tu madre, quiero conducirte de nuevo al Padre Celestial, a Mi Hijo Jesucristo. Quiero formarte porque te amo. Este acontecimiento, lo que está por venir, sucederá. Pero puedes mitigarlo mediante el sacrificio, la expiación, el arrepentimiento y la oración.
Estás en Cuaresma. Puedes hacer muchos sacrificios, muchos sacrificios de amor. Reunidlos y traédmelos a Mí, vuestra Madre Celestial, en el Jardín del Paraíso. Todos vosotros debéis convertiros en flores de amor y ser unidos en un maravilloso ramo, como lo fue este ramo ante mí.
Vosotros, Mi amado grupito de tres, habéis renovado recientemente esta consagración al Jardín de María. Ha habido una armonía celestial entre vosotros. Dará frutos para este Movimiento de Schoenstatt, aunque no lo creáis. Hace nueve años, Mi amado pequeño rebaño, cerrasteis deliberadamente esta consagración para Schoenstatt porque los hijos de los sacerdotes y las divisiones masculinas no estaban preparados ni dispuestos a abrir este Jardín Mariano. Hasta el día de hoy, siguen siendo adictos al modernismo. Que vuelvan a mi corazón amoroso, el Corazón Inmaculado, que late por ellos. Que en el futuro se consagren a éste, Mi Corazón Inmaculado. Si siguen dando crédito al modernismo, se levantará un grueso muro entre Mi Hijo Jesucristo y ellos, porque yacen en la confusión y en la incredulidad. El modernismo es la incredulidad.
¡Mira a este nuevo Papa! Sigue proclamando la fe errónea y se aleja cada vez más de la verdadera fe del catolicismo. Sólo hay una fe verdadera y es la fe una, santa, católica y apostólica. Has de confiar en ella y has de vivir esta única fe. No lo hacéis, Mis amados hijos de los sacerdotes, ¡todavía no! Os demostraré que esta fe y esta Santa Misa de Sacrificio de Mi Hijo Jesucristo se extenderán por todo el mundo. Irá muy deprisa, Mis amados. Por eso os advierto, Mis amados hermanos, que todavía no vivís esta verdadera fe y no celebráis esta verdadera Santa Misa de Sacrificio, volved a la única verdadera Fiesta de Sacrificio según Pío V y Pío X, tal como Pío V la canonizó.
Vosotros, Mis amados hermanos de Pío, seguís celebrando según Juan Xxiii después de 1962, y engañáis a los fieles cuando decís que celebráis según Pío X. Es un engaño del mal, Mis amados fieles. No creáis que esto es verdad. Quiero salvaros, salvaros del desastre eterno, porque si permanecéis en esta masa de sacrificio después de 1962, nunca alcanzaréis vuestra meta. Entraréis en la Nueva Iglesia en barco por el mar rugiente y desembarcaréis en el puerto seguro del amor de Jesucristo.
¿Dónde estáis, Mis amados sacerdotes, por los que vuestra queridísima madre dio la sangre de su corazón? ¿Dónde estáis? Estáis lejos de Mí, la Inmaculada Recibida. Mirad hoy este Cenáculo, porque Yo, la Madre Celestial, quiero incluiros en el Corazón Inmaculado. Quiero amaros y acariciaros y llevaros al Padre Celestial, entonces estaréis en puerto seguro, en el camino recto y en la verdad. Y esta verdad vosotros, mis amados hijos sacerdotes, la proclamaréis, la proclamaréis en el mundo entero y no la descreeréis.
No creáis en este supuesto Papa que no está en la verdad. No creáis en las autoridades, que siguen difundiendo la incredulidad. Debéis saber, mis amados creyentes, que debéis vivir en la verdad. Creed en estos mensajes, pues el Padre Celestial no puede equivocarse. Él es el Más Grande, el Todopoderoso, el Omnipotente, el Dios Omnisciente de la Trinidad. Él nunca puede equivocarse. Estáis equivocados, amados míos, y estáis corriendo hacia las corrientes del modernismo. Seréis arrastrados fuera de la verdad, y yo, como Madre Celestial, debo observar cómo tomáis el camino equivocado, el camino ancho. El camino estrecho es empinado y arduo, pero es el verdadero y único camino. ¡Iréis!
Cuando os rescate, mis amados hijos de los sacerdotes, bajo Mi manto protector, estaréis a salvo. Consagraos a Mi Corazón Inmaculado para que permanezcáis en el amor y la fidelidad. ¿Queréis romper esta fidelidad? ¿No habéis aceptado y proclamado la verdadera fe en vuestro sacerdocio como llamados? Pero luego os desviasteis. Os habéis quitado las vestiduras sacerdotales. Tú y los fieles habéis dado crédito al modernismo y habéis pensado que deberíais tenerlo más fácil.
¿Por qué disteis la comunión a mano? Es una abominación que aún hoy cultiváis. ¿Por qué llevasteis a los laicos al altar? ¿Creíais que era cierto? Sólo hay un sacerdote durante la única Santa Misa de Sacrificio. No puede haber más de un sacerdote celebrando en el altar. ¡Así es, Mis amados! Nadie más puede entrar en este presbiterio, nadie. Los laicos deben retirarse. Deben ser los servidores y los que se preparan para la Santa Misa del Sacrificio, para los servidores de Jesucristo. Pues todo sacerdote es un siervo, un servidor de Dios, del Dios Trino. Debe volver a ser consciente de ello, para que la Nueva Iglesia pueda florecer y el Nuevo Sacerdocio pueda fundarse en Jesucristo, pues Él Mismo instituyó la Santa Fiesta del Sacrificio el Jueves Santo.
Recordad, Mis amados hijos sacerdotes, este Santo Sacramento del Altar, la Sagrada Eucaristía. Estáis llamados a volver a la Santa Fiesta del Sacrificio para conducir a los fieles a la verdad. Sois Mis amados llamados, pero a pesar de todo os apartáis de Mi Hijo Jesucristo. Le despreciáis y os burláis de Él y seguís celebrando en el altar del pueblo al pueblo y dais la espalda a Mi Hijo Jesucristo, distribuyendo la Comunión de la Mano y permitiendo que todos, incluso los de otras creencias, tomen esta Santa Comunión. ¡No podéis hacer eso! Una sola Santa Comunión es lo más grande. Es el pan del cielo lo que recibes, y sólo puedes recibirlo en pureza y en verdad, como comunión oral, arrodillado. Sólo entonces estarás plenamente asombrado. ¡Permaneced en la verdad! Y vosotros, mis amados creyentes, volved a la única verdad.
Os amo y os bendigo. Mañana celebraréis el primer domingo de Cuaresma. Entonces os hablará el Padre Celestial. Yo soy Su precursora, la querida Madre de Dios, que quiere conduciros al corazón del Padre. Creed y confiad y no os dejéis engañar en este tiempo de modernismo y de crisis de la Iglesia, porque Yo os amo y ahora os bendigo en la verdad, la fidelidad y el amor, en la Trinidad, con todos los ángeles y los santos, en el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo. Amén. Sois amados desde la eternidad, Mis amados hijos de María. Amén.
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