Mensajes para Marcos Tadeu Teixeira en Jacareí SP, Brasil
domingo, 21 de octubre de 2007
Mensaje de la Santísima Virgen María:

Queridos hijos, Yo, la Madre de todos ustedes, deseo entrar en sus corazones y morar en ellos para que sus corazones, cultivados personalmente por Mí, crezcan día a día hasta alcanzar la plenitud de la edad de la Gracia. Quiero que ustedes estén profundamente confiados y dóciles a Mi dirección. El alma que verdaderamente Me ama imita Mi virtud de total entrega y docilidad al Señor. Siempre Me volví a Él para pedirle lo que Él quería de Mí, considerándome la más vil y la última de Sus criaturas, y tan pronto como el Señor Me reveló Su voluntad, Me dirigió apresuradamente a su cumplimiento. Por lo tanto, tan pronto como supe que era Su voluntad que fuera a la casa de Mi prima, porque el Señor tenía diseños de gracia y misericordia que cumplir en esa casa con Mi presencia, Me apresuré a las montañas como ustedes bien saben. La misma prontitud y la misma determinación para cumplir la voluntad del Señor, incluso si no la entienden completamente, esta misma determinación de ustedes en todo lo que les mando; en todo lo que les digo; en todo lo que el Señor quiere de ustedes, aquí en estas Apariciones. El alma que vacila, que piensa, que se sienta a calcular los sacrificios que tendrá que hacer; las renuncias que tendrá que hacer para cumplir Mi voluntad, no puede seguirme. Quiero almas que no sepan calcular, que no vacilen, que no ponderen Mis órdenes y Mi voluntad. Quiero almas que sean completamente dóciles a Mí, como Mi hijo Luis María de Montfort; como Mi pequeña hija Bernadette y Mis pequeños hijos Lucia, Francisco y Jacinta. Los quiero así: completamente dóciles; completamente obedientes, dando y dando cada vez más a los diseños y a la voluntad amorosa de Mi Corazón. También quiero que Me imiten en la virtud de la paciencia. En la casa de Mi prima Isabel, en el tiempo que permanecí allí, fui constantemente atormentada por una mujer, su criada, que Me insultaba; que Me hablaba palabras groseras y ofensivas; y que delante de Mi prima complacía no ser descubierta, y fuera de la presencia de Mi prima Me atormentaba sin descanso. Pero Yo, como Maestra de paciencia y virtud, la traté con mansedumbre; oré por su conversión; busqué por todos los medios mostrarle que quería sobre todo lo demás el bien y la felicidad de ella. Finalmente, esa mujer fue vencida por Mi mansedumbre; derramó abundantes lágrimas ante Mí y sobre todo se acusó voluntariamente ante Mi prima Isabel, quien solo entonces se enteró de todo lo que había sucedido. Quiero que Me imiten en esta virtud, orando por la salvación de las almas; comportándose siempre con santa mansedumbre, para que el mundo vea en ustedes Mi fiel retrato y el puro reflejo de Mi virtud y santidad, sin mancha ni tacha. Si Me seguirán por el camino de la perfección entonces los reconoceré como Mis verdaderos hijos y Me declararé por ustedes ante los Ángeles de Dios. Paz, Marcos. Practiquen, imiten Mis virtudes. Síganme, hijo Mío, como una oveja mansa. Continúen siguiéndome, como lo han hecho por casi 17 años, pues los guiaré a un redil seguro, a través de verdes praderas, y al final los colocaré en los brazos del que Me ama y los ama, y allí estaremos uno en amor y la fiesta será eterna. Paz, mi ángel. Los bendigo.
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