Mensajes de diversas orígenes
sábado, 17 de mayo de 2025
Niños, ¡aprended a rezar! La Oración es el Reposo del Alma y el Fuego del Corazón
Mensaje de Nuestro Señor Jesucristo a Christine en Francia el 6 de mayo de 2025

[El Señor] Yo, Yo soy el Juez Justo y he sido condenado por Mi Justicia, por demostrar la mentira del mundo. Han pasado siglos y la injusticia sigue existiendo. Nadie lucha contra el mundo, sino que el mundo lucha contra sí mismo, y por eso va camino de la ruina. ¿Qué bien puede salir del mal? Pero un día triunfará la Justicia y triunfará Mi Corazón; entonces los corazones de los hombres se transformarán porque verán y no podrán negar, pues el que niegue estará enmascarado, atrapado y sólo podrá retroceder ante su mentira.
Debemos escuchar al corazón y no a lo que viene de fuera. En el corazón habla el Corazón de Aquel que es sabiduría y fuerza, disciplina y pureza. Aquel que mora en vosotros, hijos, y permanece en vosotros es Aquel que Sigue y que vela sin cesar por vuestro despertar. Pero vuestros pasos son lentos y pesados, no sabéis, ya no conocéis lo que es volar hacia el Corazón del Amado. La materia se ha apoderado de ti, y el hombre con el corazón de piedra se agita en tu interior. Has aplastado el silencio para escuchar el ruido a tu alrededor y dentro de ti, que te dispersa y te aplasta, que te empantana. Ya no sabes escuchar el silencio; lo llenas de ruidos, tanto externos como internos, y todo tu ser está destrozado.
Detén la inquietud que te dispersa, que te debilita y te confunde. Sólo hay un camino, el del silencio, el verdadero silencio que rompe todo ruido interior y exterior y te conduce por Mi camino de Luz.
La batalla con Satanás es permanente y es invisible, porque el que odia se entierra y se esconde, pero sus pensamientos son puñales en lo invisible. Al hombre se le da la gracia de recorrer el camino de la Luz y Yo Soy os espero a cada uno de vosotros, siempre e incesantemente. Aquel que, en silencio, escucha Mi Voz, la oye, pues Yo estoy siempre, soy y actúo en silencio. Un corazón que Me escucha sólo puede latir¹ ¡y ser transportado a la Luz! ¿Por qué estas olas de tristeza? Porque el corazón ha perdido el rumbo y se agita en lugar de permanecer en el silencio que le llevaría a la Luz en el remanso de paz.
La oración es el don del Cielo en el silencio, la oración es sabiduría, la oración es vuelo, la oración es fuerza. Si el hombre se desvía del camino, pierde el camino. El hombre necesita raíces y sus raíces están en el Cielo, donde mora Aquel que te espera, con las manos cruzadas sobre Su Corazón. Hijos, el silencio es el bálsamo del Cielo que os trae Mi Presencia, pues en el silencio estoy Yo. Yo soy el que trae a vuestras almas la Sal de Mi Palabra para sembrar en vosotros la Vida divina que Yo soy. La oración, hijos, está en la escucha y en la entrega, en el silencio y en el corazón a corazón; y el corazón saborea la sabiduría del Cielo que es Agua Viva, que lo impregna y lo alimenta con la Palabra del Divino Crucificado que Soy en cada uno.
La vida vibra en el interior del hombre, pero su mirada a menudo sólo percibe el exterior, mientras que el mundo de la sabiduría está en el interior. El hombre está inquieto; sólo el contemplativo encuentra el camino, el camino silencioso de la salvación eterna que habita en él y le guía. Siempre hay un conflicto entre la interioridad y la exterioridad, porque el exterior siempre intenta invadir el interior para traerle ruido, apariencia y agitación, y en la agitación el hombre se pierde y se dispersa. El equilibrio es el punto de encuentro que da estabilidad al ser e ilumina el hogar interior, el Fuego que habita en cada ser humano desde el Cielo y le da vida. El silencio es el lugar de encuentro con lo Invisible, visible sólo para el corazón y palpable para el alma que se estremece con todo su ser.
El hombre necesita el silencio para crecer, como la planta necesita el sol para florecer, y en el silencio viene al encuentro del Conocido Desconocido, Yo que soy su Maestro, su Compañero, su Señor, su Creador. El silencio vibra entonces con el fuego interior que arde y crepita en cada ser. El techo del hombre no está por encima de él, sino en su interior, donde arde, sin consumirse jamás, la Llama de Aquel que habita y se alimenta en el interior del hombre, para enseñarle a pastar en la pradera del Corazón Divino que habita en él.
Toda morada está habitada por el Sol del Altísimo, hijos, toda morada es Mía, para Mí que soy el Viviente, el Amor Incondicional y el Eterno Presente, que os vigila y os llama sin cesar para guiaros por el camino de la vida.
Hijos, la Luz brilla en la oscuridad y la Luz ilumina vuestros caminos. Aprended a mirar con el corazón y saboread en silencio la Palabra que viene a vosotros, para alimentaros con la leche del Fruto de la Vida que en vuestro espíritu mora y vela por vuestro despertar; entonces la Palabra invadirá vuestro espíritu y os renovaréis y en silencio anhelaréis entrar, venir y vibrar en la Luz eterna de Mi Corazón que os trae alimento y sabiduría, y hace florecer vuestra morada. Mañana, a la Hora del Sol, vibraréis en el Corazón del Amado que vigila vuestros pasos y os enseña a caminar por la senda de los Justos, en la Luz del Eterno, del Viviente, del Padre de toda gracia que os espera a cada uno a las puertas del Reino eterno.
Hijos, ¡aprended a orar! La oración es el reposo del alma y el fuego del corazón, la oración se enciende y arde sin quemar, mientras arde con el parfum del Espíritu que la habita y lleva en sí la fragancia de la embriaguez.
Hijos, aprended el silencio y, en el silencio, venid a escuchar la voz que soy y que, de un árido desierto, lo transforma en un vergel florido. En el silencio, niños, el Amor habla al corazón; en el silencio, el hombre en-tiende, porque el silencio le lleva a escuchar y la gota de Agua del Cielo que tiembla en el corazón lleva semilla y vida, y el Agua del Cielo fluye lejos del mundo, en la sabiduría del silencio que lleva el fruto del amor. El silencio es todo el mar que invade la morada para traerle el oleaje silencioso y benéfico del perfume del Amor, que entra en ella para dar semilla y vida; y la página completa toma forma para que vengan los corazones si- lentos, para traerles también el oleaje del amor y del perfume y sus corazones y almas y mentes con Mi Divina Presencia.
Id y morad y en silencio, paz. Yo soy el Señor, tu Dios, que te saqué de la tierra de Egipto² para conducirte al desierto y alimentarte de Mi Corazón para los muchos. Con un solo grano de arena alimento a miles que, en el Río de Mi Corazón, vienen a beber.
Ve y calla, el silencio siempre vibra de amor, Yo soy el Amor.
Tú trazarás el pergamino y Yo trazaré las líneas y con Mi mano te traeré la tinta, para que Mi Palabra en silencio sea escuchada y el alimento llevado a todos y a los más lejanos que volverán al Sol de Mi Corazón para alimentarse del Agua Viva que purifica, abraza y da vida.
Ve, toma el descanso de la noche y guarda en el silencio del alma el Vino de la Vid, el Viento del Amor que siempre vela y despierta.
En cada hombre doy Mi Fruto de vida. Mi Palabra en silencio se extenderá a la multitud y, como el viento en el desierto que esparce granos de arena, se esparcirá en los corazones y nutrirá todos los ríos con el Agua Viva de Mi Corazón.
Yo os bendigo.
Jesús - Yeshua
¹ Bate el compás, bate con alegría.
² Cf. [ Ex 20 , 2]
Orígenes:
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