Mensajes de diversas orígenes
viernes, 22 de marzo de 2024
Jesús, Ayúdame A Escuchar La Voz De Mi Corazón Y Ayuda A Todos Los Hombres A Hacerlo
Mensaje de Lucía de Fátima al Grupo de Amor Santísima Trinidad durante una Reunión de Oración en Facebook del 21 de marzo de 2024
Hermanos, hermanas, orar no es mover los labios, y muchos tampoco lo hacen, orar no es un deber, y para muchos de vosotros lo es, orar no es una forma de vida, como un traje a medida, muchos así consideran la oración, orar no es demostrar que sois mejores, y muchos lo hacen por eso.
Hermanos, hermanas, Nuestro Señor lo sabe todo, en Mi país así era para la mayoría de la gente, primero todas las costumbres y tradiciones, pero la fe en Nuestro Señor era débil, porque su oración no siempre subía al Cielo, esto lo comprendí con el paso de los años, cuando empecé a orar también con el corazón. Cuando rezas con el corazón, la conversión es inevitable, esto sucede sin que te des cuenta, no sufres renuncias, no sientes dolor cuando tienes que poner a Nuestro Señor en primer lugar en tu vida, muchos en el mundo viven de estas características, por eso Nuestra Señora siempre ha hecho todo lo posible para abrir el corazón de las personas, que necesitan conocer el verdadero amor, la verdadera oración.
Aquel día debía ir a la Cova, junto con Jacinta y Francisco, pero todo el pueblo estaba celebrando San Antonio, Mi madre me había prohibido alejarme de ella, de lo contrario todos la juzgarían, incluso el sacerdote que la consideraba justa, la juzgaría, y esto no lo aceptó, me obligó a ir con ella, no tenía otra opción, no era Mi voluntad, no podía huir, pero algo me hizo sentir en paz. Señora, decía en Mi corazón, Sabes que no puedo hacer nada, no vayas a la Cova, porque no estaré allí, mi Madre no me dejará. De repente todo cambió, estaba la gente de siempre, los que no fallan a sus tradiciones, y mientras todos servían la ofrenda en el altar, donde también participaba Mi Madre, se Me acercó un chico, Lucía, ¿qué haces aquí todavía? Ve a la Cova, Nuestra Señora te está esperando. Mi corazón latía muy deprisa, ¿quién eres? ¿Cómo lo sabes? Sonrió y Me dijo: ve, y confía en Tu corazón. Salí corriendo sin miedo, y enseguida me encontré con Jacinta y Francisco, que habían experimentado lo mismo, y fuimos a la Cova, donde nos esperaban muchas personas que no estaban interesadas en las tradiciones, sino que creían en lo que les habíamos dicho. Mientras esperábamos a Nuestra Señora, empecé a rezar, a pedir perdón.
Lucía, me dijo Nuestra Señora, no temas, has visto a San Antonio, como ves a Mi hija no te dejo sola, no te sientas culpable, porque lo que pasó, es para enseñarte a tener fe, en el futuro esto te servirá. Hermanos, hermanas, en el convento siempre recordaba este episodio, sobre todo cuando estaba delante de Nuestro Señor, y pensando en todo esto empecé a rezar, hagámoslo todos juntos:
Jesús, por Tu amor, perdona mis defectos y los de todas las personas del mundo. Gloria...
Esas palabras de San Antonio se han quedado grabadas en Mi corazón: Lucía, confía en Tu corazón. Yo solía preguntar a Nuestro Señor cómo sé cuándo algo está bien o mal, Nuestro Señor me dijo: Tu corazón no miente, y empecé a rezar así:
Jesús, ayúdame a escuchar la voz de Mi corazón, y ayuda a todos los hombres a hacerlo. Gloria...
Aunque todo cambió aquel día, la tristeza descendió de repente dentro de Mí, pensaba por qué no me oponía a la voluntad de Mi Madre, esto no me hacía sentir digna de ver a Nuestra Señora, este Mi pensamiento me acompañó toda la vida, y cuando estuve ante Nuestro Señor recé así:
Jesús, perdóname cuando no soy obediente al Cielo, ayúdame a arrepentirme. Gloria...
Aquel día, cuando apareció Nuestra Señora dio muchas señales a los presentes, a los que creyeron, muchos oyeron el canto de los pájaros, los ruidos del viento cuando no había viento, el calor del sol mientras estaban a la sombra, muchos olores que no podían explicar, muchos rompieron a llorar, porque se sentían acariciados, yo era feliz, cuando bajaba por el camino para ir a casa, oía a la gente contar todo esto, luego volvía al pueblo y sentía una tristeza, todos los que se habían quedado a celebrarlo no tenían la misma alegría, no tenían la misma luz en los ojos. En el convento, cuando recordaba todo esto ante Nuestro Señor rezaba así:
Jesús, ayuda a todas las personas del mundo a obedecerte a Ti, y no al mundo. Gloria...
Aquel día, por primera vez había experimentado la alegría y la tristeza al mismo tiempo, y así ha permanecido en Mi corazón, toda Mi vida vivida en este mundo, y así debe ser para todos los que creen en Nuestro Señor y en Nuestra Señora.
El camino, la subida que hacéis para llegar al Cielo, no está hecha sólo de alegrías, no está hecha sólo de tristezas, sino que ambas conviven en vosotros. Todavía pensando en aquel día, recé así a Nuestro Señor :
Jesús, ayúdame a darte gracias incluso cuando no comprenda Tu voluntad. Gloria...
Hermanos, hermanas, el tiempo de la aparición en la Cova fue mágico, a pesar de que junto con Jacinta y Francisco experimenté grandes sufrimientos, injusticias, pero la alegría, la esperanza, nos acompañaron todos los días desde mayo hasta octubre. La gente de aquel país cambió, salió toda su sencillez, su fe se hizo fuerte, y Nuestro Señor eligió aquel lugar, para revelarnos a Nosotros, los Tres Pastores, el futuro de la humanidad.
No fue fácil para la Iglesia aceptarlo, y todavía no lo es. No te canses, pide fuerza a Nuestro Señor, que siempre está dispuesto a dártela.
Ahora bésale, mientras está en el Crucifijo, exterioriza siempre el amor que sientes por Nuestro Señor, pues no hay cosa más bella que ser sencillo, la misma sencillez que Nuestro Señor ha recompensado a los de Mi país.
No cambiará la generación antes de que se cumpla el Tercer Secreto de Fátima. Debo irme, Nuestro Señor y Nuestra Señora os bendigan a todos, en el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo.
Nuestra Señora está conmigo y con vosotros.
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